miércoles, octubre 31, 2007

"Cabo de Hornos", de José María Pérez Álvarez

He aquí la historia del pobre Sansavenir, un periodista fracasado que trata de superar un divorcio y a quien le ocurren básicamente dos cosas inverosímiles: se le cuela un intruso en casa y empieza a ver fantasmas.
La novela, escrita en una prosa deslumbrante que bebe de la gran renovación narrativa de los años sesenta, se articula a través de dos líneas argumentales: un reportaje que Sansavenir debe escribir para su cutre periódico provincial y la relación bíblica que se ve obligado a establecer con el intruso adorador de Doris Day que parasita su morada y su despensa.
La historia, diluida en una espiral creciente de poesía tan humorística como conmovedora, trascurre entre las elegíacas borracheras nocturnas que Sansavenir protagoniza junto a su jefe de sección de cultura, o "jefecul", el alcohólico y pastillero Nacho Nolán, dueño de un camaleón medio yonqui que le acompaña en sus correrías por una ciudad que podemos localizar en Galicia (la referencia a unos grandes incendios que la cercan nos lo confirma), pero cuyas calles y plazas tienen nombres rusos, alemanes, franceses, portugueses, italianos y árabes. ¿Una forma de decir que en el fondo importa un bledo dónde ocurra lo que se narra?
Lo que no importa un bledo es el hecho de que el protagonista deambule por la costa gallega y se impregne de esos lugares. En "Cabo de Hornos", lo que aparentemente importa un bledo es lo universal: la propia creación literaria, el destino de la triste vida humana y el paisaje gallego, porque Galicia es un factor de vida en la obra de este novelista ourensano que ofrece sorpresas a cada paso. Resulta que Juan Goytisolo va por el mundo diciendo que "Nembrot", la anterior novela de Pérez Álvarez, también editada por el sello barcelonés DVD, es la única novela española actual que le convence. También resulta que Bryce Echenique le plagió un artículo. En fin, el escritor peruano, además de una cara muy dura, también tiene buen gusto a la hora de escoger a sus víctimas.
En definitiva, un virtuosismo verbal a raudales y una técnica exacta hacen de Pérez Álvarez un autor a descubrir y seguir.

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"La Construcción de la Torre de Babel", de Juan Benet

Hace cuatro años, en motivo del décimo aniversario de la muerte del autor, se reeditaron varios de sus ensayos, hoy casi inencontrables en su primera edición. Esta circunstancia me permitió hacerme con este exquisito ensayo de crítica artística que únicamente había podido consultar en una biblioteca universitaria.
Escrito en la prosa precisa, depurada y nítida del último Benet y publicado en 1990, aporta una cantidad abrumadora de documentación acerca del célebre cuadro de Pieter Brueghel el Viejo, así como un caudal inmenso de sabiduría sobre modos de construcción antiguos.
Este libro funde al Benet ingeniero con el observador de realidades imaginadas, el fabulador de sus narraciones más breves, el degustador de arte y el estilista insuperable. Un libro que en realidad es una golosina.

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lunes, octubre 29, 2007

Cubil


Forma o frontera de un cubil descendente que no contiene nada.

Borde o fragmento frontera ignífuga en eterna recesión, o nada química.

Caemos de nuestro mundo y no vamos a parar a ningún otro mundo.

Frontera de lo no mundo y la certeza de que nuestro cuerpo, otro cubil, tampoco contiene nada.

Pintura de Laura Lopes.

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jueves, octubre 25, 2007

"Ladino", de Joan de la Vega

Recorro toda la Línea 1 de Metro para visitar el feudo de Joan de la Vega, Santa Coloma de Gramanet. Lo primero que me llama la atención son sus enormes manos. Joan de la Vega, además de poeta y editor, es deportista y juega a básket.
Hace un año, una editorial de Gijón, Trea, editó en un solo volumen tres de sus libros. Joan acude paseando a nuestra cita con el libro en la mano: se trata de una edición exquisita, de las que da gusto tocar, materialmente impecable.
El contenido no es menos sorprendente. Poemas de ideas contundentes, pero matizados por la honradez estética que todo lo depura. Poemas desgarrados pero sin gestos ni teatralidad, escritos con una sabia combinación de distancia y visceralidad. Gamoneda sería un buen referente de comparación. Sin embargo, el sistema verbal de Joan es menos metafórico, su idioma es aún más austero. Quizá les una el hecho de que su poesía proceda directamente de la sabiduría de la vida, y luego atraviese el filtro de la cultura, y no al revés. En lugar de explorar los desiertos de la metafísica, parece que se detenga más en los objetos exteriores que son la única compañía de esta voz que restaña sus llagas en el aislamiento. Abra por donde se abra el libro, asoma un poema excelente, la fotografía de un instante en que se trató de analizar la angustia.

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